18 octubre, 2016

Volvemos a Las Médulas

Hace varios años que no nos acercamos hasta Las Médulas. Las Médulas es un paraje muy peculiar formado por los restos de la mayor mina de oro a cielo abierto que explotaron los romanos hace dos mil años. Este pasado fin de semana nos acercamos de nuevo a este lugar fantástico. No éramos muchos: tres hermanos Álvaro, Luis y Pelayo, con Alejandro y con Houston y Charly de mayores.

En Castrillo de los Polvazares
Partimos de León el sábado a mediodía. Nos fuimos por el camino de Santiago, para hacer un poco de turismo cultural. Nuestra primera parada fue en Castrillo de los Polvazares, al lado de Astorga. Un pueblo precioso, todo construido con piedras y lugar apropiado para una buena comida. Nuestro siguiente objetivo fue la Cruz de Ferro, el punto más alto del Camino de Santiago Francés. Allí paramos para hacernos unas fotos y comer.
Luis en la Cruz de Ferro
Las siguientes paradas fueron en El Acebo, otro pueblo típico del camino y Molinaseca. En cada una de estas paradas pudimos localizar un geocaching para diversión de los chicos. También paramos en Ponferrada para ver el castillo de los templarios y visitar la Virgen de La Encina.
En Ponferrada ante el castillo de los templarios
Desde aquí fuimos directos hacia nuestro destino. Lo más urgente era localizar un sitio para acampar y montar las tiendas de campaña antes de anochecer. Encontramos un lugar apropiado y muy discreto al lado del lago Carucedo.
Álvaro sonriendo ante su tienda de campaña
Ya instalados, al atardecer nos fuimos hasta el pueblo de Las Médulas. Desde allí caminamos hasta el pueblo abandonado de La Balouta. Desde la última vez que estuvimos allí, el pueblo ha perdido casas y habitantes. Antes había ovejas, ahora no hay nada. De noche es un lugar impresionante.
Visitando La Balouta en la noche
Regresamos hasta Las Médulas y cenamos en la noche a la luz de las linternas. Nuestro siguiente objetivo fue penetrar en el paraje de Las Médulas para ver las dos cuevas grandes: la Cuevona y la Encantada. Por el camino encontramos varios sapos enormes. Exploramos con tranquilidad las enormes cuevas dejadas por los romanos. Los chicos disfrutaron en la noche. Cuando regresamos a los coches todos estábamos cansados, más que por la hora, por lo mucho que habíamos caminado.
Álvaro y Pelayo en el fondo de la cueva Encantada
Llegamos a nuestro lugar de acampada. Cuando estábamos preparándonos para dormir se puso a llover fuerte. Hasta ese momento el cielo había estado cubierto, pero nos habíamos podido mover por todas partes sin la molesta lluvia. No hubo más remedio que acostarse en los sacos. Houston contó alguna historia de miedo, pero casi nadie escuchó el final. Durante la noche la lluvia caía intermitente, pero en nuestras tiendas estábamos muy felices a cubierto.
Amanecer en el lago. Dispuestos a recoger las tiendas
Al amanecer seguía lloviendo. Tuvimos que desayunar a cubierto, en las tiendas. Tuvimos que recogerlas totalmente mojadas. Ahora están secando en una sala del Club. Cuando acabamos de recoger el campamento dejó de llover. Nos acercamos hasta el pueblo de Las Médulas, pero ahora a la luz del día. Dimos un paseo hasta el lago Somido desde el que hay una buena vista general del paisaje.
Las Médulas desde el lago Somido
Después nos acercamos hasta la iglesia de Carucedo para asistir a la misa del domingo. Allí encontramos a una familia conocida. A la salida de la misa fuimos en coche hasta otro punto muy interesante: el mirador de Orellán. Desde este lugar hay una visión magnífica de todo el paraje.
En el mirador de Orellán
El mirador y sus alrededores dieron para un buen rato. Incluso nos adentramos un momento en el bosque de castaños por el camino que baja hasta las cuevas. Se nos hizo un poco tarde y buscamos un lugar adecuado para comer por allí, al pie de un magnífico castaño.
Un impresionante castaño hueco
Tras la comida regresamos a Las Médulas para visitar ahora el paraje y las cuevas a la luz del día. Los chicos se quisieron llevar unas muestras de la arcilla del lugar, que, como todo el mundo sabe, contiene algo de oro. Las cuevas durante el día tienen otro encanto diferente, ahora se puede ver el paisaje y no hace falta linterna. Por el camino encontramos enormes castaños huecos en los que los chicos disfrutan como auténticos gnomos.
Las cuevas de día tienen otro encanto
En el camino de regreso intentamos localizar otro geocaching en un árbol supuestamente milenario. No lo encontramos. En todo caso disfrutamos de un día en las Médulas, que siempre es una aventura para chicos y mayores. Si además añadimos el montar y desmontar tiendas de campaña y dormir en ellas, entonces es memorable. Por cierto, no volvió a llover en todo el día.
Otro divertido árbol hueco
Aquí tienes una recopilación de las mejores fotos:
Las Médulas 2016

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