01 septiembre, 2015

Regresamos al Cañón del Górgora

Este fin de semana hemos vuelto a una de las excursiones más emocionantes que han hecho los Jóvenes Montañeros de Anciles: el Cañón del Górgora. Esperábamos a cuatro aventureros, aunque finalmente solo se presentaros dos: Pelayo y Jaime. Pasado el Puerto del Manzanal llegamos a la entrada de Montealegre, donde empieza la ruta.

Jaime y Pelayo en el punto más alto del recorrido.
Es un día caluroso y soleado. El recorrido empieza por un camino entre el monte que va ascendiendo. De pronto descendemos por una pendiente imponente hacia el arroyo Mostruelo. Aquí paramos un poco a la sombra de los árboles para descansar un rato. Después, el camino continúa por un pedregal al pie de una pared de roca impresionante. Un rato más tarde ascendemos por un camino estrecho hasta lo alto de las rocas. Estamos en el punto más alto de la excursión. A nuestros pies tenemos una buena vista de una parte de El Bierzo.

Ahora el camino desciende entre los matorrales del monte. Encontramos una mantis. Para Jaime y Pelayo es la primera vez que ven este bicho. En el descenso hacia el Górgora encontramos la primera cuerda que ayuda al caminante. Realmente no es necesario usarla, pero viene bien.
Pelayo desciende apoyado en la primera cuerda de la ruta.
Enseguida llegamos al fondo del arroyo. Un sitio fantástico: agua fresca, abundante vegetación, un puente de madera. Descansamos un momento y, dejando allí las mochilas, decidimos subir hasta la Cueva del Moro. El camino es difícil por ser muy pendiente, hay que agarrarse a las ramas y raíces para no caer. La cueva es realmente estrecha, pero entramos en ella hasta el fondo. No hay nada interesante dentro. Volvemos al arroyo y poco después paramos en un sitio adecuado para comer.

Pelayo se asomó al río desde una roca inclinada y cayó entero en el río. Después de las risas hubo que poner a secar calzado y camiseta. Menos mal que Jaime le prestó una camiseta seca. Al iniciar de nuevo la marcha ya estaba todo casi seco.
Jaime y Pelayo al pie de una cascada.
El camino continúa al lado del arroyo entre cascadas, helechos y abundante vegetación. Parece que avanzamos por una selva tropical. De vez en cuando una cuerda bien puesta ayuda en algún paso más complicado. En un paso concreto hay una escala de cuerda para descender al lado de una cascada. Es complicado usar la escala de cuerda: todo se mueve, es difícil meter el pie en el "escalón". Emoción asegurada. En cualquier caso no hay peligro: bajamos de uno en uno vigilados por el monitor y la altura es escasa.
Pelayo sujeta la escala de cuerda mientras Jaime sonríe. Impresionante lugar.
En medio del camino encontramos la entrada de una antigua mina romana. Como llevamos linternas nos adentramos en ella. Esta vez la galería es realmente profunda, muy estrecha y baja. Además hay agua. ¡Qué duro debió ser trabajar aquí! Decidimos salir pronto fuera y seguir el camino.
Jaime y Pelayo a la entrada de la mina romana.
Pronto llegamos a la parte más emocionante del camino. El río se encajona en una garganta de rocas cortadas por la erosión. La ruta sigue entre peñas sobre esta garganta. Hay salidas sencillas por si alguien no quiere tanta emoción. Ahora hay que bajar y subir varias veces por escalas de cuerda. A Pelayo le parece la parte más divertida de la ruta. Jaime no opina... De cualquier modo es la parte más espectacular del camino.
El arroyo se encajona entre rocas.
Después de descender por una cuerda llegamos al lecho del río. Por unos metros tenemos que ir pisando de piedra en piedra para no mojarnos. El arroyo termina en una pequeña poza. Pero para salir del barranco hay que trepar por dos escalas de cuerda. Primero sale Jaime con algo de miedo, pero acompañado de Charly. Después Charly regresa al fondo para acompañar a Pelayo. Ya hemos terminado la parte más divertida y emocionante de la ruta.
Pelayo y Jaime
Llegamos hasta un lugar con sombra y descansamos un rato. Hay abundantes moras en aquella zona. Junto con nuestros bocadillos nos sirven para la merienda. El camino de vuelta hasta el coche discurre, en parte, por los restos de antiguas minas de carbón. El sol pega fuerte y hace mucho calor. Afortunadamente llegamos pronto y regresamos a casa felices después de un día emocionante. Como llegamos pronto a León nos da tiempo a jugar una partida de Risk en el club.

Como siempre tenemos más fotos en flickr. Se nos ha estropeado la cámara de fotos que teníamos y de momento usamos una bastante mala y el móvil. Algunas fotos no son muy nítidas. ¡Es lo que hay!

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