28 septiembre, 2015

Jóvenes Montañeros en el pico Tres Concejos

En Anciles nos encantan las excursiones. Además en la provincia de León tenemos una variedad enorme de parajes montañosos. Así todos los meses procuramos hacer una excursión familiar y otra excursión con los peques. Esta última ha recibido el nombre de Club de Jóvenes Montañeros y todos los meses procuramos hacer una excursión. Suelen ser excursiones sencillas a algún monte asequible para los más pequeños.

Pelayo, Jaime, Houston, Alejandro, José María y Luis.
En septiembre quisimos comenzar con una excursión un poco más fuerte, por aquello de que todavía hace buen tiempo. Nuestro objetivo fue el pico Tres Concejos, con 2.014 metros de altura, recibe este nombre por ser frontera entre los concejos asturianos de Aller y Lena y el leonés de Villamanín. Esta vez vienen los hermanos Luis y Pelayo, Jaime y Alejandro con tres mayores: José María, Houston y Charly.

El camino se inicia en el pueblo de Pendilla, situado a 1.335 metros de altura. Desde este pueblo tomamos el camino de la Carisa, una antigua ruta romana ya casi perdida. El camino es ancho y sencillo y poco a poco nos va subiendo hasta el collado de Propinde, a 1.582 metros de altura. En este collado un cartel explica un castro antiguo, pero no vemos nada. Ya habíamos estado aquí mismo en enero (aquí puedes ver las fotos), pero esta vez no hay nieve.
Desde lo alto las vistas son impresionantes. Luis, Alejandro y Pelayo.
A partir de este punto nos adentramos en Asturias. El día está despejado, pero en Asturias, a lo lejos, vemos un mar de nubes. El camino sigue un rato casi llano, hasta llegar a una zona verde con una casa de pastores. Aquí paramos un poco para tomar fuerzas. Ya teníamos hambre, pero decidimos llegar a lo alto del cordal para comer.

Ahora la ascensión sigue por una senda muy estrecha y más pendiente entre piornos y arándanos. A eso de las dos y media llegamos a una pradera verde desde la que tenemos unas vistas magníficas. Allí paramos a comer. Se estaba muy bien.
Luis y Pelayo. Al fondo la loma redondeada del Tres Concejos.
La cima parece estar muy cerca. Solo es cuestión de seguir el camino hasta la loma de la cima. Reanudamos la marcha. El camino es relativamente suave y sencillo. Pero, como ocurre con frecuencia en la montaña, la cima está más lejos de lo que parece. Un esfuerzo más y la cumbre es nuestra. ¡Conseguimos llegar todos! Subir una cumbre de más de 2.000 metros da derecho al carné de Joven Montañero. De los presentes solo Pelayo lo tiene. Destacamos a Luis, que es el más joven en la historia del Club en subir un pico de dos mi metros.
Todos en la cumbre. A Jaime le ha asustado una avispa.
Después de descansar y reponer energías en la cumbre, emprendemos el descenso. Aunque el descenso es más sencillo, también supone cierto esfuerzo. Y algunos llevan las fuerzas bastante mermadas. No en vano desde Pendilla hasta la cumbre hemos recorrido siete kilómetros y medio. Entre ida y vuelta acabamos recorriendo 15 kilómetros y salvando un desnivel de casi 700 metros.

Durante el descenso por la parte asturiana de la ruta, observamos cómo el aire húmedo procedente del Cantábrico choca contra la montaña y se elevan formando nubes densas. Esto es el llamado efecto Foehn. Cerca del collado las nubes llegan a rodearnos.
Luis, Alejandro y Pelayo entre las nubes en el Collado de Propinde
En cuanto rebasamos el collado y llegamos a la vertiente sur, las nubes desaparecen y el sol nos vuelve a iluminar con fuerza. Entre el cansancio y las ganas de jugar, el descenso se hace realmente lento. Cuando llegamos a los coches son cerca de las ocho de la tarde. Aunque un poco tarde, es el momento de merendar al lado de una fuente con agua realmente fría.

Hemos conseguido una meta importante, incluido el carné de Joven Montañero, hemos hecho deporte y hemos disfrutado de un día estupendo en el campo con los amigos. Más fotos en flickr.

23 septiembre, 2015

Trekking Familiar hasta lago Ubales

Ha comenzado el curso escolar y las actividades del Club Juvenil. Entre estas actividades está el Trekking Familiar. El pasado domingo iniciamos las salidas con una excursión en las proximidades de la estación de esquí de San Isidro. En concreto excursión por el camino de Wamba hasta el lago Ubales, ya en Asturias.

Iniciando la excursión.
Esta vez nos juntamos bastante gente de todas las edades, desde Macarena, de cinco años, hasta algún jubilado. El recorrido empieza al lado de la carretera, junto al llamado puente de Wamba. Seguimos el recorrido de la ruta PR LE-46. El camino va ascendiendo poco a poco por una pista ancha y sin dificultades. Tras algunas paradas llegamos hasta el collado Acebal, a 1.700 metros de altura.

Allí hacemos una pausa para reponer fuerzas mientras los más pequeños se entretienen con el ganado. Ya estamos en Asturias. Ahora el camino se convierte en una senda estrecha por las empinadas laderas del Pico Cascayón. Llegamos a otro collado en el que paramos de nuevo para reagruparnos.
Parada en el segundo collado antes de descender al lago Ubales.
De nuevo el camino vuelve a descender hasta llegar en poco tiempo al lago Ubales, nuestro destino. En esta ladera encontramos abundantes arándanos. Aprovechamos para tomar un frugal aperitivo. Al poco tiempo aparece, casi de repente, el lago. Es más bien pequeño, unos 150 metros de largo por la mitad de anchura. No te esperas encontrar un lago así en este lugar. Además comprobamos que hay peces que saltan con frecuencia sobre la superficie.
Llegando al lago Ubales.
En el lago paramos un buen rato para reposar y comer con tranquilidad. Algunos se animan a dar una vuelta al lago. También hay quien se moja los pies en el agua realmente fría. Incluso Houston se ha traído el bañador y acaba por sumergirse por completo en el lago. Claro que salió rápido. El día está totalmente despejado, con un sol radiante, pero algo fresco para estos menesteres.

El camino de vuelta transcurre por el mismo recorrido. Ahora la mayor parte del trayecto es en descenso, pero el cansancio hace mella en algunos que se retrasan un poco. Cuando llegamos a los coches son cerca de las seis de la tarde. Ha sido una excursión estupenda. Más fotos en flickr.

¡Qué no te manipulen!

Presentación del canal de Aceprensa en Youtube:

12 septiembre, 2015

Repetimos el vivac

A finales del pasado mes de julio hicimos una de las actividades más emocionantes del año: el vivac. En aquella ocasión, por diversas circunstancias, solo pudieron asistir dos chicos. Así que decidimos dar una nueva oportunidad a esta excursión. Esta semana, justo antes de empezar el curso en primaria, hemos vuelto al bosque de los elfos para pasar allí una noche emocionante.

Esta vez han estado Pelayo, el único que repetía, Luis, hermano de Pelayo, que ya puede venir al club, y Jaime, que en la anterior edición no pudo estar. Partimos desde Anciles a mediodía del lunes 7 de septiembre. Nuestra primera parada fue en la cascada cola de caballo de Nocedo. Después nos dirigimos hacia el campamento de Valdelugueros. Allí encontramos a unos chicos del Club Deva de Gijón que estaban preparando una filmación. Nosotros nos fuimos hasta el canto de la forca para comer allí.

Pelayo, Houston, Jaime y Luis en lo alto del canto de la forca.
Después de comer nos dedicamos a explorar la peña del canto de la forca. Un poco de "escalada" controlada. Las vistas desde lo alto de esta peña son magníficas. De paso pudimos revisar un geocaching que guardamos aquí hace varios años. Todo en orden. Ya eran más de las cinco de la tarde, así que pasamos por el campamento a reponer agua y nos dirigimos inmediatamente hacia nuestro destino.

Preparar las mochilas con todo lo necesario para pasar una noche en el bosque lleva su tiempo. Hay que llevar todo lo necesario, pero dejar en el coche todo lo superfluo para no cargar con demasiado peso. El camino resultó agradable, no hacía demasiado calor y por el camino había abundantes moras. El lugar es realmente bonito.
Iniciando el camino hacia el vivac. Por el valle del fondo descenderemos al día siguiente.
Poco antes de las siete de la tarde habíamos llegado a nuestro destino. Dejamos las mochilas y enseguida comprobamos que la cabaña de palos estaba en perfecto estado. Nos dio tiempo a explorar los alrededores, a jugar al escondite, a preparar las cosas para la noche.

Ya en plena oscuridad, alumbrados por la luz de las linternas, acabamos de cenar. Después rezamos el rosario. A continuación se contaron historias emocionantes. Cuando nos fuimos al saco en la cabaña ya era casi medianoche. Houston siguió contando una nueva historia, pero no todos consiguieron escucharla completa, el sueño los venció. La noche fue larga, fría y silenciosa. Pocos pudieron dormir mucho.
Ante la cabaña donde pasamos la noche, antes de regresar.
Al poco de amanecer todo el mundo estaba despierto. Nos levantamos pronto. Hacía bastante frío. Hasta que el sol nos iluminó no conseguimos entrar en calor. Desayunamos y, después de recoger todo, emprendimos el regreso por lo alto del monte.

Primero tuvimos que subir una pendiente fuerte. Después continuamos caminando por lo alto del monte procurando no perder la senda. Un poco más tarde se terminó el bosque y salimos al monte bajo. Paramos un momento entre unas rocas con unas vistas espectaculares del valle del Curueño y del Bodón.
Una parada en lo alto del bosque.
Al poco de reemprender la marcha nos damos cuenta de que se escuchan a lo lejos bramidos y ladridos. Parecen vacas y perros, pero demasiado continuo... Hasta que nos damos cuenta de que es el principio del tiempo de la berrea del ciervo. A partir de aquí procuramos caminar con sigilo, sin hacer ruido y con los ojos bien abiertos. Entre las peñas del valle que tenemos enfrente, por el que vamos a descender, se escucha con intensidad los berridos de los ciervos y, en ocasiones, los ladridos de los corzos. Se palpa la emoción.

Lo cierto es que no vemos nada. Jaime afirma haber visto algún ciervo saltando entre las matas a lo lejos. Nadie más consiguió verlo. Caminar sin hacer ruido entre el monte bajo es imposible. En cuanto nos acercamos a las rocas entre las que escuchamos los sonidos, todo vuelve al silencio. Nos situamos en lo alto de unas rocas donde tenemos buena visión del valle. Escuchamos en silencio durante unos diez minutos. Al poco se vuelve a escuchar algún berrido lejano, incluso el entrechocar de astas. Pero no logramos ver nada.
Bajando por el fondo del inclinado valle entre enormes hayas.
Bajamos de las rocas y nos adentramos en el valle. No volvemos a escuchar más berridos. Ahora se trata de bajar por un valle muy estrecho con una pendiente realmente fuerte, entre unas hayas preciosas. Hacemos un concurso para ver quién se cae menos veces. Lo cierto es que las caídas fueron muy pocas. Después de algo más de media hora de descenso, llegamos al coche.

A esta hora ya hace algo de calor y necesitamos un baño. Nos vamos hasta las pozas de Los Caseríos. Allí nos pegamos un buen baño.... bueno, no todos. El agua está realmente fría y alguno no se atrevió a lanzarse al río. En cualquier caso es baño duró poco.

A continuación nos fuimos hasta el pueblo de La Valdorria. Nuestro objetivo es llegar a la ermita de San Froilán. Para esto tenemos que seguir el camino de la ermita y salvar los supuestos 365 escalones que llevan hasta ella. Pelayo se encargó de contar los escalones. Parece que faltan unos cuantos.
En lo alto de la peña donde está la ermita de San Froilán.
Allí pudimos comer tranquilos, contemplando un paisaje montañoso impresionante y el pueblo a lo lejos. Una vez bien descansados intentamos localizar un geocaching que había por los alrededores. No lo encontramos. ¡Ha sido saqueado!. Una pena. Antes de regresar a León pasamos por la cueva de Miriamor, en las hoces de Valdeteja. Aquí sí que localizamos, sin problemas, un nuevo tesoro de geocaching.

Regresamos a casa pronto. Estamos muy cansados. Hemos subido y bajado montañas, hemos pasado una noche en el bosque, hemos dormido muy poco. En el viaje de vuelta alguno se queda profundamente dormido. En cualquier caso lo hemos pasado realmente bien. En flickr podéis ver algunas fotos más.

01 septiembre, 2015

Regresamos al Cañón del Górgora

Este fin de semana hemos vuelto a una de las excursiones más emocionantes que han hecho los Jóvenes Montañeros de Anciles: el Cañón del Górgora. Esperábamos a cuatro aventureros, aunque finalmente solo se presentaros dos: Pelayo y Jaime. Pasado el Puerto del Manzanal llegamos a la entrada de Montealegre, donde empieza la ruta.

Jaime y Pelayo en el punto más alto del recorrido.
Es un día caluroso y soleado. El recorrido empieza por un camino entre el monte que va ascendiendo. De pronto descendemos por una pendiente imponente hacia el arroyo Mostruelo. Aquí paramos un poco a la sombra de los árboles para descansar un rato. Después, el camino continúa por un pedregal al pie de una pared de roca impresionante. Un rato más tarde ascendemos por un camino estrecho hasta lo alto de las rocas. Estamos en el punto más alto de la excursión. A nuestros pies tenemos una buena vista de una parte de El Bierzo.

Ahora el camino desciende entre los matorrales del monte. Encontramos una mantis. Para Jaime y Pelayo es la primera vez que ven este bicho. En el descenso hacia el Górgora encontramos la primera cuerda que ayuda al caminante. Realmente no es necesario usarla, pero viene bien.
Pelayo desciende apoyado en la primera cuerda de la ruta.
Enseguida llegamos al fondo del arroyo. Un sitio fantástico: agua fresca, abundante vegetación, un puente de madera. Descansamos un momento y, dejando allí las mochilas, decidimos subir hasta la Cueva del Moro. El camino es difícil por ser muy pendiente, hay que agarrarse a las ramas y raíces para no caer. La cueva es realmente estrecha, pero entramos en ella hasta el fondo. No hay nada interesante dentro. Volvemos al arroyo y poco después paramos en un sitio adecuado para comer.

Pelayo se asomó al río desde una roca inclinada y cayó entero en el río. Después de las risas hubo que poner a secar calzado y camiseta. Menos mal que Jaime le prestó una camiseta seca. Al iniciar de nuevo la marcha ya estaba todo casi seco.
Jaime y Pelayo al pie de una cascada.
El camino continúa al lado del arroyo entre cascadas, helechos y abundante vegetación. Parece que avanzamos por una selva tropical. De vez en cuando una cuerda bien puesta ayuda en algún paso más complicado. En un paso concreto hay una escala de cuerda para descender al lado de una cascada. Es complicado usar la escala de cuerda: todo se mueve, es difícil meter el pie en el "escalón". Emoción asegurada. En cualquier caso no hay peligro: bajamos de uno en uno vigilados por el monitor y la altura es escasa.
Pelayo sujeta la escala de cuerda mientras Jaime sonríe. Impresionante lugar.
En medio del camino encontramos la entrada de una antigua mina romana. Como llevamos linternas nos adentramos en ella. Esta vez la galería es realmente profunda, muy estrecha y baja. Además hay agua. ¡Qué duro debió ser trabajar aquí! Decidimos salir pronto fuera y seguir el camino.
Jaime y Pelayo a la entrada de la mina romana.
Pronto llegamos a la parte más emocionante del camino. El río se encajona en una garganta de rocas cortadas por la erosión. La ruta sigue entre peñas sobre esta garganta. Hay salidas sencillas por si alguien no quiere tanta emoción. Ahora hay que bajar y subir varias veces por escalas de cuerda. A Pelayo le parece la parte más divertida de la ruta. Jaime no opina... De cualquier modo es la parte más espectacular del camino.
El arroyo se encajona entre rocas.
Después de descender por una cuerda llegamos al lecho del río. Por unos metros tenemos que ir pisando de piedra en piedra para no mojarnos. El arroyo termina en una pequeña poza. Pero para salir del barranco hay que trepar por dos escalas de cuerda. Primero sale Jaime con algo de miedo, pero acompañado de Charly. Después Charly regresa al fondo para acompañar a Pelayo. Ya hemos terminado la parte más divertida y emocionante de la ruta.
Pelayo y Jaime
Llegamos hasta un lugar con sombra y descansamos un rato. Hay abundantes moras en aquella zona. Junto con nuestros bocadillos nos sirven para la merienda. El camino de vuelta hasta el coche discurre, en parte, por los restos de antiguas minas de carbón. El sol pega fuerte y hace mucho calor. Afortunadamente llegamos pronto y regresamos a casa felices después de un día emocionante. Como llegamos pronto a León nos da tiempo a jugar una partida de Risk en el club.

Como siempre tenemos más fotos en flickr. Se nos ha estropeado la cámara de fotos que teníamos y de momento usamos una bastante mala y el móvil. Algunas fotos no son muy nítidas. ¡Es lo que hay!