28 enero, 2015

Trekking Familiar en Candanedo

Para el día 18 de enero estaba previsto hacer la excursión del Trekking Familiar Anciles a Fasgar, pero el mal tiempo aconsejó retrasar la excursión una semana. Con esto nos plantamos en el último domingo de enero y tenemos noticias de que en Fasgar, en lo más alto de la Omaña, hay mucha, pero que mucha nieve. Así que, con gran sensatez, decidimos cambiar de destino. Finalmente el 25 de enero nos fuimos de excursión con las familias a Candanedo de Fenar. Se trata de un pueblo cercano, entre Robles de la Valcueva y La Robla.

Una parada a medio camino.
El día resultó soleado y magnífico, con buena temperatura para ser enero. A pesar de los temores, nos juntamos bastante gente en Candanedo. Ya en el pueblo empezamos pisando hielo y durante el camino todo era nieve. Aproximadamente unos veinte centímetros de nieve, aunque en lo más alto había algo más. José María y Javier nos iban abriendo el camino con las raquetas de nieve y los demás seguíamos sus huellas. El paisaje estaba impresionante.
Caminamos con tranquilidad
Para los más pequeños llevábamos dos trineos. A medio camino paramos un rato para descansar y, de paso, los chicos probaron los trineos. Pronto se comprobó que la pendiente era demasiado fuerte y el lugar poco adecuado. Seguimos el camino. Aunque caminar sobre nieve es bastante cansado, nuestro caminar es tranquilo y la compañía es amena. No hay cansancio.

Houston rescatando un trineo que se fue al fondo del valle. Impresionante paisaje.
Sobre las dos de la tarde, después de ascender bastante y tener de frente el Correcillas totalmente blanco, decidimos parar para comer y descansar con tranquilidad. Hicimos un hueco en la nieve y nos sentamos sobre unas esterillas que se mostraron muy apropiadas para descansar sobre la nieve. Nada más comer los chicos se dedicaron a lanzarse en trineo. El lugar tenía suficiente pendiente y ningún peligro. Otros, incluidos los padres, se dedicaron a construir un iglú. Algunos prefirieron un descanso más profundo....
Los pequeños, y no tan pequeños, disfrutaron de los trineos.
Mientras los mayores se afanaban en el negocio de la construcción. La pena es que el iglú es una construcción efímera y no teníamos licencia del ayuntamiento... ;-)
Los mayores, ayudados por Marcelo, afanados en el negocio de la construcción.
A una hora prudente, no sin esfuerzo, conseguimos que los peques dejaran los trineos y emprendimos el regreso. Lógicamente el descenso es más rápido y cómodo. Al llegar a Candanedo pasamos por el bar del pueblo, repleto de gente, para tomarnos algo calentito. La excursión resultó fabulosa.

¡Hasta Marcelo se lanzó en el trineo!
En flickr puedes encontrar una selección de las mejores fotos de la excursión.

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