La empatía en la educación de los hijos adolescentes
No es difícil escuchar a los adolescentes frases del tipo: ¡Mis padres no
me entienden!, ¡Me tratan como a un críos!, ¡Sólo lo suyo es importante!.
Si dirigimos el oído a los padres encontraremos lamentos del tipo: ¡A este
no hay quien lo entienda! ¡Parece que sólo saber llevar la contraria!, ¡No le
preocupa lo que pasa en casa!, ¡Siempre va a lo suyo!.
Parece que los padres y los adolescentes están condenados a no entenderse.
Los padres piensan, por lo general, que la juventud actual es muy egoísta y que
es incapaz de pensar en los demás. Sin embargo, la empatía no es lo que les
falta a nuestros adolescentes. Son capaces de preocuparse de su colega,
comparten sus sentimientos y sufren con ellos. Los adolescentes valoran mucho
la empatía, pero cabe preguntarse ¿Por qué esa empatía parece que solo son
capaces de manifestarla con sus amigos y compañeros y no con sus padres?
Escuchar
La característica principal de una persona es que sabe escuchar, no sólo
oír. Muchas veces los adolescentes se niegan a hablar con sus padres. Esto se
debe a dos razones: salvaguardar su intimidad y evitar broncas de sus padres.
Es muy típico que los padres utilicen el llamado “sermón-monólogo” en el que
pasan revista a todo lo que el hijo hace mal y a los disgustos que da a la
familia. Sin embargo, esos mismos padres ¿saben que piensa su hijo acerca de
todo esto? ¿indagan sobre qué le preocupa al hijo?.
Otro error es el aplazamiento de
las conversaciones. La medida del tiempo para un chaval es diferente a la del
adulto. Si un hijo dice “quiero contarte algo”, hemos de tener muy presente que
esa frase tiene un sentido muy distinto al “tenemos que hablar” de los padres.
Estas palabras son un grito de socorro que no puede esperar. Todos confiamos en
quien tiene un sentimiento de interés por nosotros y por nuestras cosas. En una
palabra, confiamos en quien nos escucha.
Desarrollar la empatía
La empatía exige reciprocidad. Puede facilitarla el mostrar delante de los
hijos las dificultades que pasamos en el trabajo o con alguna enfermedad. El
mostrarles parte de nuestra intimidad es una gran manifestación de confianza.
Además debemos procurar conocerles sin juzgarles, el escucharles, el compartir
con ellos aficiones, el preguntarles por sus inquietudes. Todo esto habrá que
hacerlo sin charlas recriminatorias y
en un momento sereno y libre de problemas.
Es muy importante la influencia de la familia en el establecimiento de la
empatía. La explicación está en la satisfacción de las necesidades emocionales
gracias a los vínculos afectuosos. Esto facilitará la preocupación sincera por
conocer y ayudar a los demás.
Por último, podemos decir que el desarrollo de la empatía facilitará a los
padres el conocer a sus hijos, el educarles en un clima de confianza y el
hacerles ver campos de mejora en su personalidad.
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