24 agosto, 2011

Anciles en la Jornada Mundial de la Juventud 2011

Madrid se vistió de gala del 16 al 21 de agosto de 2011 para recibir al Papa en la XXVI Jornada Mundial de la Juventud. Desde Anciles también nos sumamos a este encuentro internacional de jóvenes venidos de todos los rincones de la Tierra. Sintéticamente, éstos fueron los principales eventos de esos inolvidables días:

16 de agosto

18 jóvenes leoneses (o residentes en León) nos subimos a un autobús que, procedente de Gijón, nos recogió en el Palacio de Deportes, a las 15 h. El viaje en este moderno vehículo y con la grata compañía de nuestros amigos asturianos, se nos hizo muy rápido. El madrileño colegio de El Prado nos recibió con los brazos abiertos, tanto a nosotros como a otros 800 jóvenes provenientes de Santander, Asturias, Zamora, Palencia, Burgos, Valladolid, Salamanca, Sevilla, etc. Enseguida pudimos ver que nos habían asignado el aula de 4º D, donde encontramos la famosa “mochila del peregrino”. Esta mochila contenía: una camiseta de la JMJ, un sombrero, un abanico, una cerveza-recuerdo de la JMJ, dos crucifijos, un rosario, un plano oficial de la JMJ, un plano del Metro, una agenda cultural y litúrgica, el Youcat (Catecismo para Jóvenes), una Guía de Restauración, el Libro del Peregrino, el Evangelio de San Mateo y un Cómic del Papa Benedicto XVI. Con tanto material, la mochila se encontraba ya medio llena. Para facilitar la organización y los desplazamientos, nos organizamos en grupos reducidos, al frente de los cuales había un monitor. Nuestro equipo lo conformábamos: Dustán, Charly, Santi González, Samuel, David, Vicente, los hermanos José y Álvaro, Frank, Alvarito, Fernando, Ramiro, Santiago Mon, Daniel y Carlos Javier. Tras saludar a todos los conocidos y una suculenta cena, extendimos sacos y esterillas y pasamos la noche en nuestra aula.

Ante el Palacio Real

17 de agosto

Nos levantamos a las 8:30 h. de la mañana, aunque a algunos les costaba trabajo desprenderse del saco. Tras el desayuno, tuvimos una plática vibrante a cargo de D. Luis Javier, seguida de la Santa Misa. Llamaba poderosamente la atención que el oratorio del Colegio se llenaba completamente de jóvenes –hasta el punto de que había que hacer dos turnos- que asistían con gran piedad y recogimiento. Las colas para la Confesión y para la Comunión parecían interminables.

El autobús que nos llevó al Colegio nos acercaba cada día al centro de Madrid (Plaza de Colón) para que pudiésemos disfrutar de sus encantos. Este día visitamos: La Cibeles, Gran Vía, Puerta del Sol, Catedral de La Almudena, Palacio Real. Tras comer frente a este hermoso palacio, nos recogió el autobús en Colón y nos dirigimos a otro palacio, el de Vista Alegre. Allí tuvimos una tertulia  a las 6 h. de la tarde con el Obispo y Prelado del Opus Dei, D. Javier Echevarría. Aunque resulta difícil calcular la asistencia, podemos estimar en 12.000 jóvenes los que estuvimos presentes, abarrotando el palacio. Mons. Javier Echevarría nos animó a rezar por el Papa con más intensidad y a pedirle al Señor que Madrid y la JMJ fueran nuestro “Damasco” particular, que se nos cayeran las “escamas” que nublan nuestra vista para responder generosamente a la voluntad de Dios para cada uno. A la vuelta, un buen baño en la piscina del Colegio nos permitió descansar y refrescarnos del sofocante calor madrileño.

18 de agosto

Repetimos aproximadamente el mismo plan de ayer. Solo que la visita en Madrid se concretó en ver el Estadio Santiago Bernabeu. Ramiro, David y Álvaro, que son muy entusiastas, sacaron entrada para visitarlo en profundidad y hacerse las fotos de rigor. Los demás, lo vimos desde la zona VIP, habilitada para la JMJ. Luego comimos en un Burger King, situado en uno de los laterales del estadio. A continuación, nos encaminamos hacia el Corte Inglés del complejo Azca y nos tomamos café y refrescos. A las 17:30 h. nos dirigimos andando hacia la Plaza Cibeles, donde tendría lugar el Acto de recibimiento del Papa por los jóvenes. A medida que nos aproximábamos al lugar, aumentaba la afluencia de peregrinos que agitaban sus banderas, reían y disfrutaban con el evento. Frank, Santiago y José, que llevaban banderas españolas se empeñaron en intercambiarlas con otros peregrinos. Así, Frank consiguió una hermosa bandera de México que agitaba con entusiasmo.

En Cibeles
Tras un caluroso y ensordecedor recibimiento, el Papa nos dirigió una sentidas palabras: “Es una inmensa alegría encontrarme aquí con vosotros, en el centro de esta bella ciudad de Madrid, cuyas llaves ha tenido la amabilidad de entregarme el Señor Alcalde. Hoy es también capital de los jóvenes del mundo y donde toda la Iglesia tiene puestos sus ojos. El Señor nos ha congregado para vivir en estos días la hermosa experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud. Con vuestra presencia y la participación en las celebraciones, el nombre de Cristo resonará por todos los rincones de esta ilustre Villa. Y recemos para que su mensaje de esperanza y amor tenga eco también en el corazón de los que no creen o se han alejado de la Iglesia. Muchas gracias por la espléndida acogida que me habéis dispensado al entrar en la ciudad, signo de vuestro amor y cercanía al Sucesor de Pedro”.

19 de agosto

Como ya estábamos en viernes y aún no habíamos visitado el Museo del Prado, que abría gratuitamente sus puertas a todos los peregrinos, la mayoría nos decantamos por ver las grandes obras de esta famosa pinacoteca. Bajo la guía de Vicente –que, a pesar de no haber visitado nunca el Museo, se conocía perfectamente los detalles de cada obra-, desfilaron ante nuestros ojos los mejores cuadros de Velázquez, Goya, El Greco, Sorolla, Murillo, El Bosco, Ribera, etc.

Como nos encontrábamos próximos al Parque de El Retiro, nos dirigimos hacia allí bajo un tórrido sol. Buscamos el mejor sitio para comer: sentados en una pradera fresca y en sombra, al lado de un surtidor de agua fresca.

D. Alfonso nos guió hasta unos puestos que distribuían fruta gratis (plátanos, ciruelas, peras, etc.) y nos hicimos con unas cuantas piezas. A continuación, nos encaminamos hacia una carpa de proporciones gigantescas donde cientos de peregrinos hacían oración frente al Santísimo expuesto en una bella Custodia. Eran las Misioneras de la Caridad, de la Madre Teresa de Calcuta, las que se ocupaban de organizar esta capilla y de acompañar al Santísimo las 24 horas del día. Tras hacer allí un rato de oración, nos dirigimos a una campa próxima, donde reposamos una hora. Desde allí veíamos una fila de confesionarios de original factura que se extendían a lo largo de 500 metros. Los peregrinos acudían allí y hacían cola para confesarse, cada uno en su idioma respectivo.

Como se nos echaba el tiempo encima, pusimos rumbo hacia La Cibeles-Recoletos, donde tendría lugar el Vía Crucis. En la Calle Recoletos y separados convenientemente se encontraban 15 pasos de gran valor artístico procedentes de varias diócesis españolas. De León habíamos aportado el paso de El Cireneo, de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno. La Cruz que recorría todos los pasos fue portada por jóvenes que han padecido recientemente persecuciones o catástrofes naturales.

Al término del Vía Crucis, Benedicto XVI nos dirigió este mensaje: “Queridos jóvenes, que el amor de Cristo por nosotros aumente vuestra alegría y os aliente a estar cerca de los menos favorecidos. Vosotros, que sois muy sensibles a la idea de compartir la vida con los demás, no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer. Las diversas formas de sufrimiento que, a lo largo del Vía Crucis, han desfilado ante nuestros ojos son llamadas del Señor para edificar nuestras vidas siguiendo sus huellas y hacer de nosotros signos de su consuelo y salvación.”

20 de agosto

Como el cansancio comenzaba a hacer mella en nosotros, mientras la mitad del grupo optó por visitar Madrid y recorrer sus calles y monumentos –entre ellos, el Museo Reina Sofía-, otros decidimos descansar en la sede del colegio, dándonos un refrescante baño en la piscina y recabando fuerzas para la Vigilia y la Santa Misa en el aeródromo de Cuatro Vientos, que constituyeron el plato fuerte de la JMJ.

A primera hora de la tarde, tomamos el metro en la estación de Fuencarral. A medida que nos aproximábamos a nuestro destino, aumentaba la afluencia de peregrinos, en unos vagones saturados de gente y de alegría. Al salir del metro, la riada humana era ya espectacular, de tal modo, que algunos nos despistamos y perdimos de vista a los demás.

Durante la tarde del sábado apretaba fuerte el calor y los madrileños –compadecidos- nos arrojaban cubos, botellas y mangueras con agua fresca que agradecíamos. El Aeródromo de Cuatro Vientos estaba divido en sectores, ocupando una extensión similar a 48 campos de fútbol. Cuando llegamos a nuestro sector, estaba completamente abarrotado, hasta el punto de que una sensación de agobio me invadió por completo. Tuve que saltar la valla para respirar un poco de aire fresco. En seguida vi varios camiones de bomberos que refrescaban a los peregrinos con sus mangueras de agua, y me dirigí hacia uno de ellos. En varios segundos quedé completamente empapado y refrescado.

Al regresar a mi sector, pude apreciar con más detalle la universalidad de los asistentes: predominaban los españoles, pero italianos, franceses, portugueses, alemanes e ingleses estaban muy bien representados. Me acomodé como pude ante una pantalla gigante de vídeo que ofrecía múltiples consejos, recomendaciones e imágenes de Benedicto XVI, que en esos momentos estaba visitando la Fundación Instituto San José.

Cuando Benedicto XVI llegó al escenario de Cuatro Vientos, la multitud concentrada alcanzaba ya la cifra de los 1,5 millones de personas. Era tal la aglomeración, que, por razones de seguridad la policía dio orden de cerrar las puertas de acceso al recinto. Algunos de los nuestros que se rezagaron no pudieron entrar y se quedaron en la zona habilitada para visitantes sin acreditación


El Papa nos dejó aquí este importante mensaje: “Sí, queridos amigos, Dios nos ama. Ésta es la gran verdad de nuestra vida y que da sentido a todo lo demás. No somos fruto de la casualidad o la irracionalidad, sino que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios. Permanecer en su amor significa entonces vivir arraigados en la fe, porque la fe no es la simple aceptación de unas verdades abstractas, sino una relación íntima con Cristo que nos lleva a abrir nuestro corazón a este misterio de amor y a vivir como personas que se saben amadas por Dios. Si permanecéis en el amor de Cristo, arraigados en la fe, encontraréis, aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría. La fe no se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona. Queridos jóvenes, no os conforméis con menos que la Verdad y el Amor, no os conforméis con menos que Cristo.”

Cuando estaba leyendo estas palabras, se desencadenó una tormenta que sobrecogió a los peregrinos. No solo era la lluvia, sino también un vendaval que destruyó una estructura metálica y la capilla con los cálices, e impidió la retransmisión del acto a través de la mitad de las pantallas de vídeo. Por este motivo, el evento se abrevió. Tras una intensa adoración del Santísimo, el Papa nos dio las gracias y se despidió de nosotros hasta el día siguiente.

21 de agosto

Por la mañana lucía un sol radiante. Cuando la multitud se recolocó y se recogieron sacos y tiendas, se creó un espacio libre. Entonces abrieron las puertas del recinto y accedieron a él otros 500.000 jóvenes que no habían logrado pasar.
Los bomberos refescando a los peregrinos a la salida del recinto.

El Papa se comenzó puntalmente la Santa Misa a las 9:30 h., una misa acompañada en todo momento por el Coro oficial de la JMJ. De las palabras que nos dirigió en la homilía, yo me quedé con las siguientes: “Queridos jóvenes, también hoy Cristo se dirige a vosotros con la misma pregunta que hizo a los apóstoles: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Respondedle con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro. Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone”.

El acto se prolongó hasta las 12:00 h. Tras la Bendición de Benedicto XVII –una bendición que se extendía también a todos los objetos sagrados que portásemos, como rosarios, crucifijos, etc.-, el Papa nos comunicó el lugar de celebración de la próxima JMJ: Río de Janeiro, en el 2013. Hubo una explosión de alegría en muchos peregrinos, especialmente entre los brasileños. A continuación, subimos nuevamente al metro –no sin enormes dificultades, por la riada humana concentrada-, y nos encaminamos hacia el colegio de El Prado. Tras comer y asearnos, recogimos nuestras pertenencias y tomamos el autobús que nos dejó en León cansados, pero muy, muy contentos.

Si os interesa tener todos los discrusos de Benedicto XVI en la JMJ los podéis encontrar en formato pdf aqui. También están varios videoblogs de la JMJ para ver más de cerca el ambiente de las jornadas.

Las fotos para que disfrutéis de lo vivido en la JMJ Madrid 2011:


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