13 marzo, 2010

Los hijos y la pandilla


Dice el refrán que “un amigo es un tesoro”, pero no es tan fácil el descubrirlo y más a determinadas edades.

El instinto de grupo

En adolescencia nace este instinto y en ella se desarrolla. Tal vez debido a la necesidad de diferenciarse de sus padres y de afianzar su independencia frente a los adultos.

A estas edades la pandilla influye más sobre el adolescente que sus propios padres. A partir de los doce años surge la tendencia de buscar las amistades mediante la pandilla. La pandilla puede formarse en el colegio o en el instituto, en el barrio, en el equipo deportivo, etc. De estas pandillas irán naciendo las relaciones de amistad y no sólo de mera camaradería.

Líderes y anti-líderes

Entre los 13 y los 16 años se tiene necesidad de buscar líderes, héroes y modelos. En los grupos juveniles se unifica la conducta y se tiende a actuar de la misma forma y a realizar las mismas actividades.

El grupo da la fuerza necesaria para compensar la inestabilidad de cada miembro en solitario. Si el líder es una persona sana, todos disfrutarán de unas deliciosas relaciones. Por el contrario, si el líder o las dos o tres personas con más ascendiente en el grupo sólo se preocupan de divertirse; los demás les imitarán y empeorarán su conducta.

En ese tipo de grupos, tu hijo no se divertirá ya que todo lo harán para llamar la atención. Habrá que hacer ver que esas amistades no merecen la pena. La influencia sobre el rendimiento académico de las pandillas es enorme, más de lo que nos podría parecer.

Las adicciones

Las pandillas pueden ser un buen caldo de cultivo para difundir el tabaco, alcohol y otras drogas. La razón es la fuerte presión que se ejerce sobre el chico o sobre la chica con escasos mecanismos de defensa.

Dentro del grupo hay suficientes resortes para aislar o rechazar al que no sigue las reglas del juego. A la vez se proporciona “valentía” para acometer acciones prohibidas, que individualmente nunca se realizarían. Nadie quiere aparecer como “cobarde” y las risas pueden doblegar fácilmente la voluntad.

Forjar la personalidad

No es fácil que los hijos se mantengan al margen de las influencias del grupo. Aunque confiemos en ellos, también sabemos que el comportamiento en el grupo se modifica fácilmente.

Hay que enseñar a decir que no cuando sea necesario. El hijo debe tener claro en qué situaciones no debe ceder. No debe transigir en algunos puntos, pero puede amoldarse en lo secundario. También habrá que ayudarles a seleccionar las amistades. La mejor manera de que no se planteen estos conflictos es que los hijos tengan una pandilla sana y favorezca su personalidad.

Algunas ideas

- Si no os gustan los amigos de vuestros hijos, no vayáis de frente. Es mejor conocerlos e idear estrategias para que conozca y trate a otras personas.

- Procurad que vuestra casa esté abierta a los amigos de vuestros hijos.

- Cuando vuestro hijo invite a sus amigos, procurad respetar su intimidad.

- Vuestros hijos esperan que les aconsejéis sobre sus amigos, pero deberíais hacerlo con respeto y tacto.

- No juzguéis a los amigos de vuestros hijos sólo por las apariencias. Se conoce a las personas tratándolas y conviviendo con ellas.

En resumen, enseñad a vuestros hijos a rodearse de chicos y chicas sanos y explicadles en qué aspectos no deben ceder nunca y bajo ningún pretexto.

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