12 junio, 2009

Educar en la sobriedad


Vivimos inmersos en la sociedad del consumo. Los medios de comunicación intentan que compremos cada día más. Hace unos años, sólo existían dos tipos de jabón. Actualmente hay innumerables tipos: líquidos, en pastilla, gel y de los más variados colores, formas y fragancias.

Esta sociedad ha propiciado que en vez de reparar las piezas estropeadas de un electrodoméstico o de un coche, haya que comprar una nueva. Incluso, en algunos casos, te llegan a decir los comerciales, que lo mejor es comprar un nuevo electrodoméstico para evitar complicaciones y ganar en rendimiento.

La mejora en la economía de las últimas décadas ha hecho que los padres den a sus hijos “todo lo que ellos no han podido tener”. Esta dinámica actual está llevando a que ya no les motive casi nada. Además, están percibiendo que no necesitan poner ningún esfuerzo para conseguir lo que desean.

En un reciente “día de huelga” de los estudiantes, pude comprobar cómo algunos de ellos, en vez de ir a clase o de hacer una manifestación para defender sus derechos; estaban tomando su café, tranquilamente, en el bar. Posiblemente, los padres de estos chicos o chicas, les habrán dado dinero suficiente por si tienen alguna “necesidad urgente”.

El dar a los hijos más de la cuenta, puede tener para ellos un efecto pernicioso. Esto hará que no se esfuercen por conseguir los objetivos que se plantean y que no valoren las cosas. Lo importante es que aprendan a conseguir lo que quieren mediante su propio esfuerzo y que interioricen, porque les dé la gana, una actitud sobria ante la vida. Puede ayudarles a desarrollar esta sensibilidad el ver cómo chicos o chicas de su edad no tienen la preocupación por comprar ropa de marca, sino por poder comer cada día.

Cuando los hijos consiguen algo por sus propios medios, valoran más lo obtenido y esto aumenta y desarrolla su autoestima. Un alumno que tenga de todo, no tendrá muchas razones para estudiar; ya que vivirá mejor que su padre o que su madre que tienen que trabajar para poder sustentarlo.

A continuación se dan algunas pautas para desarrollar, desde la infancia, la sobriedad en los hijos:

- En la comida. Los hijos no deben comer indiscriminadamente ni a la hora que se les ocurra, sino respetar las rutinas del desayuno, de la comida, de la cena, etc. Puede ser una buena idea preparar un aperitivo en ocasiones especiales o en días de fiesta. De esta manera, se evitan gastos innecesarios y se les da ese gusto extraordinario de vez en cuando. Les ayudará también el explicarles que no se debe comer entre horas y que hay que comer de todo, no sólo lo que nos gusta.

- En la ropa. Hay que procurar que compren la ropa que necesiten y que no tengan un exceso de ella, para “por si acaso”. Es muy importante que cuiden su ropa y que sean ellos quienes la coloquen en el armario.

- En el cuidado de los objetos que usan. Deben ser los hijos quienes cuiden se de lo que usan. Si algo se rompe, se arregla; si algo se pierde, se busca; si algo se tiene repetido o no se usa, se regala.

- En el dinero. Es bueno darles una propina. Esto les hará valorar el dinero y evitará que lo pidan continuamente. La cantidad de la propina semanal dependerá de la edad y del uso que se vaya a dar a ese dinero. Habrá que decirles en qué se puede gastar ese dinero y en qué no. De esta forma irán adquiriendo criterios claros en su conducta.

Por último, cabe decir que el ejemplo de los padres es fundamental y que no se trata de que los hijos no tengan nada de nada sino de que aprendan a valorar y a cuidar lo que tienen.

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